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Uribe renueve su discurso, no sea anacrónico

Quizás sea una manifestación temprana de demencia senil o simplemente se quedó rezagado en el tiempo. Lo cierto es que la última declaración de Uribe, pretendiendo asustar de nuevo a los colombianos con el tema del «castrochavismo» o de «agitación prechavista» es sencilla y lamentablemente vetusta y anacrónica.

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Grandes Medios en Colombia: Manipulación, complicidad, hipocresía y doble moral

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La misma prensa que dedicaba un alto porcentaje de sus contenidos diarios a propagandizar sobre la crítica situación del hermano país de Venezuela y que exaltaba y legitimaba la protesta social y a los jóvenes que combatían violentamente contra Maduro rotulándolos como «héroes» y «luchadores por la democracia», vuelve a sacar a relucir lo peor de su repugnante doble moral y de una hipocresía con tintes de vergonzosa complicidad.

No hay dictadura, tiranía, ni ausencia de libertades ciudadanas cuando es el ejército colombiano el que, como si se tratara de una guerra y no de una protesta, dispara y mueren indígenas que se manifiestan contra el olvido, el robo y el saqueo. Tampoco la hay cuando el ESMAD le cercena un ojo a un estudiante o agrede brutalmente a un fotógrafo de Colprensa solo porque necesitaban satisfacer su deseo reprimido de golpear a alguien y de saciar sus instintos criminales.

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Al unísono los «prepago de la comunicación social» (para no generalizar y diferenciar) editorializan y crean matrices para mostrar cómo criminales a quienes cubren sus rostros, olvidando a conveniencia sus propias imágenes de hace unos meses cuando ponderaban a los encapuchados que tiraban piedras y hasta lanzaban artesanalmente explosivos contra miembros de la GNB. Allá era de aplaudir, aquí de condenar y repudiar.

No justifican los rostros cubiertos de los estudiantes en Colombia pero olvidan que a pesar de no haber tenido una dictadura militar como las del sur del continente, en Colombia les ganamos vergonzosamente a Pinochet y a Videla en las cifras de desaparecidos, torturados y asesinatos políticos, y que es nuestra «democracia perfecta» la que ostenta la deshonra mundial de haber llegado al extremo de disfrazar y asesinar jóvenes en lo que se cubre eufemísticamente bajo el rótulo mediático de «falsos positivos».

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Más de uno ante las cámaras, desde los micrófonos y desde el papel rasgan sus vestiduras por una pared rayada o por un adoquín o un vidrio destruido o por una piedra lanzada contra un antimotines o un policía, pero ocultan y minimizan cuando la agresión se da en sentido contrario de manera brutal o cuando los patrulleros abusan de todo su poder institucional para someter o para perseguir, sin ningún tipo de conmiseración, al vendedor de tintos, al de empanadas, al de frutas, al mototaxista o a cualquiera de los que de manera informal tienen que salir a ganarse el sustento diario en una «sociedad perfecta» que ni siquiera garantiza el derecho al trabajo a sus habitantes.

Y no es que no sea grave el desbordamiento de la protesta ni que le hagamos apología a ese tipo de comportamientos, pero dentro de la objetividad e imparcialidad que deberían caracterizar a una prensa libre no está bien que la balanza se incline siempre en contra del más débil y favorezca al fuerte presentándolo como víctima, no reconociendo que en la mayoría de las ocasiones es victimario y que las reales víctimas se encuentran en la orilla de los estigmatizados y criminalizados.

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No tiene presentación distinta a la doble moral, a la hipocresía y a la complicidad que se coloque el zoom a lo que hacen los encapuchados y que se cierre el obturador y se silencien los micrófonos y las voces de los «periodistas prepagos» frente a hechos realmente graves como el de alguien que (como en el caso de Dimas Torres) entrega sus armas tras un proceso de desmovilización y es secuestrado, violado, castrado, asesinado y, aún después de muerto, vejado en su integridad al mostrarlo como responsable de su propio asesinato a manos de quienes constitucionalmente tienen el deber de proteger a todos los colombianos en sus vidas, honra y bienes.

Imágenes fuertes que pueden herir la sensibilidad y susceptibilidad (recomendamos discreción al verlas)

Petroleaks: Las mentiras completas que se esconden detrás de las verdades a medias de Coronell

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Los nazis, siguiendo las instrucciones de Goebbels, emplearon conscientemente en su propaganda tanto la mentira directa (1) como la media verdad (2) y la verdad fuera de contexto (3). Lo hacían a sabiendas de que la repetición de lo no verdadero puede llevar a asumir como cierto lo que en realidad resulta ser absolutamente falso.

Daniel Coronell, quién acostumbra en sus escritos de la revista SEMANA no solo a citar sino a relacionar y a permitir a través de enlaces (links) la consulta de sus fuentes, esta vez no lo hizo en su escrito titulado Petroleaks. Omitió su práctica habitual de manera consciente y deliberada para evitar precisamente el escrutinio público y que la opinión pudiera cotejar la veracidad o falsedad de sus sindicaciones.

En su afán de defensa de Sergio Fajardo pretendió vender la idea de un Gustavo Petro sin escrúpulos ni ética, capaz de delatar o señalar ante el embajador de Estados Unidos en Colombia a miembros de su entonces Partido Político (Polo Democrático) por vínculos con las FARC (1) y que, además, conociendo tal situación y disponiendo de pruebas habría podido incurrir en el delito de omisión de denuncia ante las autoridades nacionales (2). En otras palabras, quiso presentar a Petro como un traidor sin escrúpulos, para resquebrajar la confianza que a pulso se ha ganado el líder progresista entre los más diversos sectores de la política, incluida la izquierda.

Lo verdaderamente cierto, es que el Wikileaks con el que Coronell pretendió satanizar a Petro contiene más información relevante de la que el columnista de SEMANA publicó, sacando absolutamente de contexto e intencionadamente las afirmaciones de Petro.

Y es que en el Wikileaks del 27 de mayo de 2008 (https://bit.ly/2IvXaSf) al que Coronell hace alusión y en el que soporta su columna, se puede apreciar que no es Petro quién acusa, señala u origina la investigación en contra de las personas señaladas, sino que esta ya estaba abierta por el Fiscal General de la Nación, Mario Iguarán, como puede colegirse del documento desclasificado en el que previamente a lo dicho por Petro se expone:

«…El Fiscal General Mario Iguaran anunció el 22 de mayo el lanzamiento de… Investigaciones contra doce personas presuntamente vinculadas con las FARC. La evidencia… proviene de la correspondencia de los archivos informáticos… de… Raul Reyes, asesinado por las fuerzas militares colombianas el 1 de marzo. En lo que los medios locales denominan el primer capítulo de la «Farcpolitica»… 3. (U) Entre los funcionarios prominentes bajo investigación se encuentran la senadora del Partido Liberal Piedad Córdoba, los legisladores Wilson Borja y Gloria Inés Ramírez, el ex candidato presidencial Álvaro Leyva y el editor del periódico comunista (y miembro del Polo) Carlos Lozano…. En un comunicado oficial, el… Polo reiteró su apoyo a la búsqueda adecuada de la justicia y expresó confianza en la inocencia de sus tres miembros… Córdoba y Borja calificaron la investigación de «cortina de humo», mientras que Ramírez acusó al gobierno colombiano de intentar poner en peligro los esfuerzos de intercambio humanitario…».

La acusación que Coronell pretende colocar sobre los hombros de Petro no deja de ser entonces infundada y malintencionada desde el ocultamiento del contexto en que se produce. De hecho, la frase por la que se inculpa a Petro no aparece originalmente entre comillas, lo que implica que no corresponde a una declaración literal atribuible al político (por tanto una transcripción que no recoge exactamente lo declarado por este) por lo que cabe la gran posibilidad de que lo recogido en el documento corresponda más a lo que el interlocutor entendió que a lo que Petro dijo o quiso decir.

Pero aún en gracia de discusión y aceptando que Petro hubiese manifestado textualmente lo que se le atribuye, hay que decir que la no descartación, a priori, por parte del hoy líder progresista de la posibilidad de que miembros de su partido (de entonces) pudieran mantener vínculos con las FARC, más que un acto de irresponsabilidad constituye uno de objetividad y responsabilidad. Cambiando la perspectiva, ¿Que podría estarse hoy diciendo (diferente a acusarlo de encubrimiento) si en su momento Petro hubiese afirmado de manera rotunda la inocencia de los inculpados y estos hubiesen resultado posteriormente vencidos en juicio y declarados culpables?

Pero yendo aún mucho más allá, si se detalla el cable en su totalidad y no en partes sacadas de contexto y por tanto inconexas, emerge que los implicados desarrollaban labores de acercamiento con la guerrilla en pro de un acuerdo humanitario que posibilitara la liberación de militares retenidos por la guerrilla de las FARC, lo que le otorga pleno significado e inteligibilidad al término «inapropiados», esto es, como algo que probablemente traspasó el delgado limite de lo que se ajustaba o conformaba a las condiciones o a las necesidades de la negociación. En otras palabras, lo que Petro dejó abierta como posibilidad es la probable existencia de lo que en el argot popular se denomina pecado por exceso (por hacer de más), para distinguirlo del pecado por defecto (por dejar de hacer). A ello se refiere el:

«… no descarta la posibilidad de que algunos miembros del Polo mantengan vínculos inapropiados con las FARC…», guerrilla frente a la cual (contrario a lo que expresa el uribismo) Petro tiene enormes distancias ideológicas.

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Objetivo logrado: el centro de la discusión pública se había fijado, por cuenta de Wikileaks, en el Uribismo soterrado de Sergio Fajardo. Inmediatamente este salió a los medios a tratar de salvaguardarse como posibilidad electoral «independiente» para 2022, pero sus explicaciones absurdas y torpes de poco sirvieron.

Era necesario entonces un mejor comunicador que cumpliera lo que Fajardo no había podido cumplir: Defender lo indefendible echándole toda el agua sucia a otro, en este caso a Petro. Se necesitaba redireccionar los reflectores para volver a dejar en la sombra a Fajardo y apuntarlos acusatoriamente hacia Petro, con el objetivo de revertir en el reparto su papel de víctima al de victimario. Debía para ello evitar hacerse alusión alguna a Fajardo y justo apareció Daniel Coronell a pontificar sobre la inconveniencia de Petro como presidenciable y de su «mal gobierno» en Bogotá.

Detrás de la audaz y calculada maniobra del comunicador y quienes se mueven tras bambalinas sobrevinieron las respuestas, los dimes y diretes y el aprovechamiento político de la situación para la victimización del periodista y para mostrar a los partidarios de Petro como personas intolerantes, sectarias, insultantes y violentas. Si ello no se desataba espontáneamente, era menester propiciarlo artificialmente, cómo se hizo, a partir de burlas y provocaciones a quienes respondían buscando que la emotividad escalara más que los argumentos.

Dentro del libreto la idea era que se posibilitara equiparar Uribismo y Petrismo e inocular mayores dosis de miedo de las que ya han prescrito (desde los laboratorios comunicacionales del establecimiento) los expertos en crear falsas matrices de opinión y en aplicar a la perfección aquel efectivo principio de la propaganda nazi que señala que una mentira repetida muchas veces termina convirtiéndose (en el inconsciente colectivo) en una verdad, aunque esté bastante distante de serlo.

El plan funcionó mejor de lo esperado: se le tiró el salvavidas del olvido a Fajardo, en una sociedad con memoria de corto plazo bastante frágil (y casi que rayando en lo amnésico) y, por otra parte, se contribuyó a desprestigiar a los partidarios del progresismo y de un cambio real y no cosmético de la forma de hacer política y de administrar lo público en Colombia.

Cómo en las carreras de galgos, se utilizó un perfecto distractor (una liebre mecánica) detrás del cual corrieran (incluido el líder) todos en procura de alcanzar lo inalcanzable, en este caso, que Coronell renunciara a apelar a la mentira y a la imprecisión de sus datos y estadísticas y reconociera que Petro había sido buen alcalde y que se había equivocado al juzgarlo como lo contrario.

¿Quién es culpable de la situación? ¿El incitador, o quién cae en la trampa y se deja incitar? Desde nuestra perspectiva el segundo y en dos niveles de responsabilidad diferenciados:

El primero el de los líderes de opinión de la izquierda y los sectores democráticos, que en lugar de fortalecer la alternatividad en la comunicación y la información, cliquean y le dan importancia, tráfico y visitas a los comunicadores del establecimiento.

En segundo lugar, el colombiano común y corriente y/u opinión pública que sigue los mismos comportamientos equívocos de los líderes en su relación con los grandes miedos (no medios) de comunicación, cuando lo que tendrían y deberían hacer es invisibilizar el periodismo sesgado (no siguiendóles su juego calculado) y respaldar mucho más a quienes (en la mayoría de los casos precariamente) intentan romper los cercos y matrices mediáticas que se trazan desde el poder económico y político en el país.

Sin embargo, Petro y sus 8 millones de votantes preferirán seguir empoderando a los mismos de siempre dándoles entrevistas, clics y retuiteando y comentando sus artículos y columnas en SEMANA, EL TIEMPO, EL ESPECTADOR, RCN, W Radio y la FM, entre otros, en lugar de hacer lo propio con los de la modesta OPINIÓN Y NOTICIAS, para solo citar un ejemplo. Ni Coronell, ni los Samper, ni los Abad, ni los Viaddo, ni las Davila y Gurisatti tendrían impacto alguno sino la gente no los leyera y siguiera.

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¿Atentado suicida u otro falso positivo?

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La pregunta del día en Colombia es: ¿Estamos frente a un ataque suicida sin precedentes en la historia del país, o frente a un nuevo caso de falso positivo?. La duda crece tras el calificativo de mentiroso que el periodista Gonzalo Guillen le otorgó al Fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez a raíz de la hipótesis que este último tejiera sobre la pérdida de la mano derecha del acusado y consultas que muestran que este era reservista del ejército y no tenía antecedentes penales.

Jose Aldemar Rojas Rodriguez era en vida el nombre del supuesto terrorista del ELN que el Fiscal se apresuró a responsabilizar como la persona que conducía el vehículo de placas LAF 565 que ingresó a la Escuela de Policía General Santander y detonó una carga explosiva que acabó, lamentablenente, con la vida de varios cadetes. No obstante fotografías y vídeos muestran que ingresó como perro por su casa a la escuela y que pasó en medio de formaciones de cerca de 150 policías sin mostrar interés de inmolarse y ocasionar una mayor cantidad de víctimas ¿Ingresó acaso engañado y el vehículo fue detonado convenientemente mediante control remoto?

https://youtu.be/Y qwnfmmvcfp8

A partir de la información que ha venido conociéndose (fotos, vídeos, consultas) y de la rápida sindicación a Rojas Rodriguez y al capturado Ricardo Andrés Carvajal Salgar emergen serias dudas entre la opinión pública en torno a si en este caso no se estará cocinando un nuevo falso positivo en que unos inocentes son sacrificados y otros cumplen el papel de chivos espiatorios de las autoridades.

Las sospechas y desconfianza aumentan frente al reciente anunciado atentado contra el presidente Duque que quedó en nada y en el que un supuesto ciudadano venezolano comisionado para atentar contra el mandatario terminó siendo en realidad colombiano y, además, la segunda supuesta muerte de alias «guacho» de quien no se han publicado aún las pruebas dactiloscópicas que ratifiquen su muerte.

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El Ministro de defensa Guillermo Botero señaló que Aldemar Rojas Rodriguez era militante del ELN en cuyas filas era conocido como ‘El Mocho Kiko’, quien hacia parte de esa organización guerrillera desde 1994 y era un reconocido explosivista, actividad en la que se aseguró que perdió su mano derecha. No obstante, y luego de la presentación de su registro civil ante los medios, Gonzalo Guillén no dudó como ya se dijo en desenmascarar al fiscal pues en ese documento aparece que carecía de ese miembro desde su nacimiento.

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A las dudas sobre la responsabilidad de Jose Aldemar Rojas Rodriguez se suman ahora dos hechos significativos. El primero, que el supuesto miembro de la guerrilla del ELN aparezca ahora como miembro de la reserva del ejército nacional con libreta de primera categoría. La segunda, que siendo un «reconocido explosivista» no le figuren antecedentes judiciales registrados en la policía nacional ni hubiera orden de captura alguna emitida en su contra.

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Una tercera duda se desprende de la consulta de la cédula del sindicado en el Registro Único Nacional de Tránsito donde aparece que la fecha de su inscripción en el RUNT es apenas el 5 de febrero de 2018 muy a pesar de una discapacidad de nacimiento que lo limita para conducir.

Por último, llama poderosamente la atención que la consulta sobre el Nissan Patrol modelo 1993 de placas LAF 565, color plateado, número de serie WGY60121364, de motor TB42085716 y con licencia de tránsito 10016071455 haya sido expedida no en zonas con presencia e influencia del ELN sino por la Secretaria de Tránsito de Bello, Antioquía.

¿A quién o a quienes convenía el atentado? Es la pregunta que Noticias Uno fórmula a uno de sus invitados y en cuyas respuestas existe coincidencia con otro video en donde un ex policía bumangués se cuestiona sobre quienes pueden ser los grandes beneficiados con las muertes de los policías

El florero de Llorente del uribismo y el peligro de marchar

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Lo necesitaban. Lo requerían. Lo anhelaban. Ansiaban un acto de las características horrorosas y demenciales del ocurrido en la Escuela Francisco de Paula Santander para revalidarse socialmente como sector político que personifica a un número bastante importante de gente enferma, de disociados de la guerra que en el país añoran las explosiones, la muerte y la guerra y que detestan cualquier intento de paz que no se construya sobre la base de la derrota militar y el exterminio y/o aniquilamiento total del otro.

Tenían varios y serios problemas. La caída de la credibilidad y aceptación del ex presidente Uribe en las encuestas, los niveles precarios de favorabilidad de Duque en el mismo tipo de mediciones, los nombramientos cuestionados, la mermelada revivida y exorcisada, muertes bajo extrañas circunstancias de quienes debían testificar contra poderosos e intocables, escándalos de corrupción que vinculan a su Fiscal amigo y muchas otras cosas más por ocultar tras una densa e irrespirable cortina de humo o por enfriar en el refrigerador del olvido. Necesitaban un florero de Llorente así, para incitar, ánimar y encender los ánimos bélicos como en 1810.

Todo lo anterior no es suficiente para afirmar, apresuradamente, que fue la extrema derecha la autora del atentado. Tienen los medios, los motivos, las complicidades y la habilidad suficiente para manipular y sacar y/o extraer rentabilidad o, más bien, para capitalizar o sacar partido político aún de las cenizas y de la desolación que deja tras de sí la cobardía de unos y la desgracia ajena, pero no lo podemos decir sin ser irresponsables como si lo es el Fiscal para sindicar y el presidente para actuar.

Nuestra responsabilidad y sentido de humanidad nos permite repudiar pero no sindicar. No es descartable que sean los mismos que asesinan líderes sociales los que hoy sacrifican policías buscando lo mismo: una respuesta violenta que vuelva trizas la paz como lo prometieron. Más sin embargo, no es descartable tampoco que haya sido el ELN porque la guerra tiene la propiedad de degradar y borrar todo vestigio de humanidad de quienes son sus actores y promotores de lado y lado.

Y no es descartable tampoco lo último, hasta que no exista un pronunciamiento en el que lo reivindiquen o lo nieguen, porque en Colombia quienes se han levantado en armas contra el Estado en más de una ocasión con sus acciones no calculadas y sin sentido, han jugado para lo más obtuso del establecimiento y hasta elegido y reelegido presidentes. Ya el 27 de enero del año pasado, en la Estación de Policía de San José en Barranquilla, el ELN a meses de una elección presidencial, hizo un significativo aporte a la elección de Iván Duque con un atentado que cohesionó a las fuerzas proclives a la guerra.

Mientras se esclarecen las cosas, si es que logran esclarecerse con un Fiscal que no es prenda de garantía, salvo para el uribismo, lo más prudente es no marchar y no por insolidaridad o ausencia de humanidad sino porque es peligroso. Así la autoría del atentado se la atribuya el ELN, lo cierto es que la extrema derecha es muy capaz de sacrificar personas del común y perpetrar uno o varios atentados, en medio de las marchas ciudadanas, con el objetivo de exacerbar aún más el odio y espíritu de guerra que constituye el combustible u oxígeno para la vigencia y continuidad de su «proyecto politico».

Decepcionada de Daniel Samper Ospina

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Por: Ana María Sánchez S (Twitter: @AnaMaria600_0)

Hace años era fan de Daniel Samper. Creía inocentemente que su humor político, que leía religiosamente en revista Semana los domingos, de alguna manera ayudaba a abrir los ojos y, por ende, a concientizar para cambiar las cosas. Hasta le había comprado un libro alguna vez. Pero no. Con el tiempo me fui dando cuenta que sólo era una persona que busca generar tráfico (público) en beneficio propio, lo cual creo qur no tiene nada de malo, de no ser porque se le ha dado por utilizar su influencia para incidir en el posicionamiento de personajes desastrozos en el ejercicio de la politica.

Recuerdo que el cliché de «lo técnico» lo aprendí por medio de Samper, y recuerdo claramente que fue por ese cliché, que estuvimos engañados tanto tiempo con Peñalosa.

Otra de sus «grandes influencias», en la cual parece que se esfuerza bastante actualmente, ha sido el voto en blanco, lo cual en su momento no tuvo nada de malo excepto porque participó de manera permanente en una campaña de estigmatización a una opción muy viable y que podía realmente enfrentar a todo aquello a lo que tantó criticó en sus columnas. Pero no, nunca fué su prioridad que nada cambiara realmente. Y esa pose de estar de parte de las buenas causas fué, y es, sólo hipocresía.

Resulta muy desconcertante que a día de hoy Samper, y otros que votaron en blanco, pretendan hacer ver que su voto (que para mi es una muestra de importaculismo tremendo), es algo por lo cual haya que sacar pecho al punto de seguirlo promoviendo. Como si en democracia sólo fuera posible el todo o nada, y no fuera posible, y hasta en algunos casos valioso, elegir el menor de los males buscando un objetivo o un bien superior. ¿Que hay mas sectario que eso?

Roedores, vídeos y otros distractores: De Platón, los Sofistas y Maquiavelo al Centro Democrático

Algún desprevenido estudiante de bachillerato podría preguntarse y preguntar a su maestro, sin saber y sin imaginar que solo con sus cuestionamientos está en el punto de partida de lo que probablemente considera inútil, ¿Para qué sirve la filosofía? ¿Qué sentido práctico tiene saber sobre qué reflexionaron hace cientos de años y en otras latitudes otros seres humanos?

La respuesta que podría resultar dificultosa para quien asume dicha cátedra exegéticamente, esto es, apegado a repetir mecanicamente lo que otros dijeron sin un sentido práctico, bien podría adquirir sentido desde la hermenéutica, es decir desde un intento de comprensión y aplicabilidad prospectiva. En otras palabras, el sentido de la filosofía es posibilitar un análisis relacional que persigue encontrar nexos entre el pasado y el presente. Intentemos desarrollar comprensiblemente la idea con un ejemplo concreto:

A la par que se discuten, en el remedo de ágora que es el congreso, temas sensibles para el país como el de una ley de financiamiento que esconde y disfraza una reforma tributaria regresiva y lesiva para el bolsillo de las mayorías pobres del país y que se debaten otros asuntos no menos importantes como el control estatal sobre redes sociales y la persecución a medios de comunicación no afines al gobierno de turno (con sabor a censura y dictadura) o, peor aún, iniciativas que atentan contra el proceso de paz, paradójicamente los titulares de prensa centran su atención y dirigen la opinión hacia un hecho irrelevante como el de unos ratones que les fueron lanzados a unos congresistas.

Inmediata e irremediablemente es imposible dejar de pensar y de relacionar lo ocurrido con filosofía y, justo ahi, emerge el recuerdo del Mito de la Caverna de Platón, la mentira y el engaño que caracterizaban a los sofistas en su pretensión de desviar a través de la oratoria la preocupación sobre lo esencial (la búsqueda de la verdad) y las reflexiones de Maquiavelo que anteponía a lo concreto (el ser humano), lo abstracto (el estado) y que, además, encontraba como lícito lo que no lo era en función a «intereses superiores» y casi que no terrenales (El fin justifica los medios).

Primero, a través de un vídeo de Petro irrelevante se desvió la atención sobre los ‘peces gordos’ implicados en el caso Odebrecht y ahora son, curiosamente otro tipo de roedores, los usados para enmascarar temas de fondo y de verdadera relevancia nacional. Se enmascara lo importante con lo superfluo.

Los colombianos vivimos sujetos en una especie de inmensa caverna cuyo telón son los medios o miedos masivos de comunicación, hábiles para proyectar sombras y ecos que nos distraen y nos impiden ver la realidad verdadera de lo que ocurre a nuestras espaldas.

Estamos gobernados por hábiles hombres que se valen de toda suerte de artificios y de sofismas de distracción para no ser expuestos como lo que son: mentirosos que sin ningún escrúpulo son capaces de hacer lo que sea necesario (lícito o ilícito) para perpetuarse en el poder y usufructuar de el.

En ese contexto tocaría hacer un llamado de atención: No nos dejemos distraer mas. Dejemos de mirar sombras y fijemos nuestros sentidos más bien en lo que esconden las sombras distractoras y en develar la verdad y sacar a la luz, a nuestra luz conceptual, la ‘calidad’ de hombres y mujeres que durante varios siglos nos han malgobernado y engañado. Atendamos más al fondo que a la formas. Esa es nuestra tarea.