El uribismo, en medio de su irreversible proceso de decadencia y de las inocultables cifras de reprobación de Iván Duque, ha echado mano, desesperadamente, de una propuesta chavista: posibilitar la participación política, entiéndase voto, a los militares. En otras palabras darles un carácter deliberante.
La medida es a todas luces oportunista y busca que sea bajo la promoción del discurso sobre la existencia de un enemigo interno en los cuarteles y desde el principio de obediencia garantizar que el uribismo no muera. Sin embargo, nada se dice de las verdaderas reformas que esperan los miembros del estamento militar.
Para mencionar sólo algunas de las reformas urgentes que nunca se han implementado por parte de sectores que han sido gobierno y han tenido un congreso a favor, más no voluntad para pensar en quienes les sirven, empecemos por hablar de un sistema de salud que colapsó, que solo es medianamente bueno para algunos miembros de la oficialidad, pero bastante deficiente para suboficiales, los soldados rasos y sus núcleos familiares.
También salarial y prestacionalmente ocurre algo similar. Quienes más arriesgan sus vidas por los colombianos son quienes menos devengan y a quienes menos garantías y derechos se les reconocen a nivel de legislación por los honorables «padres» de la patria.
Pero la desigualdad arranca desde el mismo proceso de incorporación. Hay que democratizar el ingreso y romper toda barrera que impida la profesionalización y la promoción. Quienes deben prestar servicios a la patria deben estar exentos de cualquier tipo de pago o gastos para su ingreso tanto en las fuerzas militares como en los cuerpos policiales.
Cualquier joven, indistintamente a su estrato u origen social, que tenga vocación militar debería poder ingresar sin que ello le ocasione costo alguno. Debería igualmente posibilitarse su promoción en términos de estudios y de ascenso dentro de la fuerza, de tal manera que quién ingrese en el nivel más bajo no tenga restricciones para acceder (ascender) a los diferentes rangos de la suboficialidad y la oficialidad y para que ocurra igual a los suboficiales a quienes (como en un sistemas de castas) se les impide institucionalmente acceder al selecto y exclusivo rango de quienes dan órdenes y toman decisiones operacionales.
Ojalá los militares reflexionen y no se dejen instrumentalizar como pretenden quienes solo de discurso, pero no en las acciones concretas, dicen valorar la defensa que de los intereses que de los poderosos, y no verdaderamente de la nación, hacen quienes reciben órdenes y de verdad exponen a diario sus vidas. Que la inteligencia no sucumba ante la demagogia y el oportunismo.