Archivo de la categoría: Opinión

Fecode: ¿Está el Pacto detrás de su toma o destrucción?

Quién lo creyera, los más fundados temores de los educadores del país agremiados a Fecode se están volviendo ciertos. Lo que faltaba para la  destrucción de la más grande organización sindical del país, comienza a concretarse tras una bien organizada y agresiva campaña comunicativa que durante años se gestó para erosionar su imagen institucional ante la opinión pública como necesaria fase preparatoria del terreno para asestarle una estocada final o definitiva.

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Lucha contra la corrupción: ¿Puede liderarla Rodolfo?

Ad portas de la realización de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia, el próximo 19 de junio, ambos candidatos presidenciales coinciden en aseverar que bajo un eventual mandato suyo serán implacables contra la corrupción y, por obvias razones, contra los corruptos, responsables de un inimaginable desangre de las finanzas públicas cuyos recursos se pierden a borbotones a través de una especie de gran vena rota de la que los politiqueros se benefician y que todos los colombianos pagamos

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El cambio en primera que burló la Registraduría

Es un secreto a voces. Hubo fraude el 29 de mayo, pero superior al mismo es el miedo a hablar abiertamente sobre el mismo por parte de quienes saben de su ocurrencia y de cómo se concretó. Hay de por medio amenazas de muerte, de un poderoso sector en el país, incluso a familiares de quienes pudieran destapar lo que se hizo.

 

Fuentes de alto crédito cuyas vidas correrían peligro si se llegara a revelar sus nombres revelaron que la maniobra fraudulenta perpetrada en la primera vuelta presidencial tuvo varios componentes que incluían la adulteración por parte de jurados nombrados para tal fin de la votación consignada en los formularios E14, lo cual hacen por afinidad política y dinero bajo la seguridad que se les otorga de que no serán investigados ni judicializados.

 

Otro de los soportes del fraude, habría estado en la transmisión y digitalización de los datos, de tal manera que bajo el ropaje de una eficiencia inexistente y ponderada, elogiada y amplificada desde la complicidad de los grandes medios se diera un golpe de opinión, incluso desde mucho antes de que los jurados empezarán y concluyeran el proceso de conteo y entrega de la información a la Registraduría sobre el número de los votos efectivamente depositados por los ciudadanos en las urnas.

 

Los ciudadanos votaron hasta las 4 de la tarde pero de ahí en adelante la selección y oficialización de los ganadores de la jornada electoral estuvieron en manos de la Registraduría y de los contratistas de la misma, quienes desde un preconteo que no tiene efectos vinculantes tuvieron por intencionalidad imponer una matriz de opinión que de facto casi que deja sin razón de ser los escrutinios que deben efectuarse posteriormente por miembros de la rama judicial.

 

A propósito de estos últimos sería pertinente que se aclare a la opinión pública desde este respetable sector de la sociedad si es cierto o no que desde el gobierno ha existido injerencia indebida y presiones hacia su labor en los escrutinios, a la par de amenazas por parte de actores al margen de la ley para que concluyan el escrutinio sin atreverse a revelar detalles del aberrante fraude tras el que se esconderla lo que al establecimiento corrupto y mafioso no le interesaba ni convenía que ocurriera, el triunfo de Gustavo Petro en primera vuelta como en efecto y al parecer ocurrió.

 

Pero lo denunciado no se agota en lo ya expresado. La renuencia a la contratación de proceso de auditoría al software de la Registraduría estaría escondiendo, además, la existencia de un código malicioso diseñado para colocar un techo o tope máximo de votos reconocidos al candidato presidencial Gustavo Petro que impidiera que este alcanzara el porcentaje de votos necesarios para imponerse en primera vuelta.

 

Adicionalmente desde el propio código fuente habría una instrucción para que el software trasfiriera la votación obtenida por Gustavo Petro por encima del tope límite a él colocado a los dos candidatos del uribismo, otorgándole prelación porcentual a aquel de quien las firmas encuestadoras habían señalado como el único capaz de aglutinar los votos del establecimiento y ganarle a Petro en segunda vuelta, esto es, el ingeniero Rodolfo Hernández.

 

El silencio de Petro

 

Para la concreción exitosa de la maniobra, un objetivo clave encomendado al equipo de Hernández al parecer consistió en un entrampamiento que neutralizara a Petro restándole credibilidad frente a la opinión pública nacional e internacional en una eventual denuncia suya de Fraude.

La idea, según se nos reveló, consistía en precipitar una salida en falso como la que desde el propio equipo del candidato Hernández se propició, cuando Petro denunció un golpe de estado en marcha que nunca ocurrió y para la que convocó a una reunión a Hernández y Fajardo a la cual estos le hicieron el vacío, lo que sirvió como insumo a una también orquestada campaña de burla en redes y medios que erosionaron la confianza en lo denunciado por PETRO.

 

A partir de ese episodio y de la amenaza latente de que el Registrador fuera destituido y las elecciones se aplazaran, que no pasó de ser un rumor sin fundamento direccionado desde el uribismo para evitar ataques hacia Vega de parte del Pacto Histórico, en el propósito de que les resultara más fácil y sin oposición materializar su plan, Petro no sólo se silenció sino que, equivocadamente, en el debate final de Caracol fue más tibio que Fajardo con la Registraduría y el registrador absteniéndose  de contestar si confiaba en estos como garantes del proceso electoral.

En la misma línea de equivocaciones, el mismo día de las elecciones, desde su discurso, Petro aceptó sin reparos los resultados, se dejó imponer un techo y unos dudosos resultados de sus competidores que lo colocan en desventaja y lo dejaban a merced de la manipulación de las encuestadores, que ya vienen poniéndolo por debajo de Rodolfo Hernández.

Además, no cuestionó, como no lo volvió a hacer, unas elecciones que no le otorgan garantías y que dejan entrever que logre los votos que logre, siempre su competidor será beneficiado por el árbitro del proceso electoral con muchos votos más para ganar.

 

¿Qué resignó y silenció a Petro? ¿Qué le robó sus legítimos reclamos hacia un proceso electoral espurio cuyos resultados dijo que en ese tipo de eventos no reconocería? No se sabe. Lo único cierto es que la palabra escrutinios también se borró de su lenguaje y del de su equipo.

Evade referirse y contestar preguntas sobre el tema. Insiste en desviar la atención de sus electores de su altísimo probable triunfo y del robo del mismo el 29 de mayo e insiste en que todos se enfoquen en el 19 de junio, como si ya existieran garantías para que se respete la soberanía popular y la decisión del constituyente primario en las urnas por parte de un régimen mafioso y sin escrúpulos.

 

Mientras el pueblo hace la tarea y descubre y revela por sus propios medios que otra vez hubo fraude, Petro guarda silencio, insiste en callar, persiste en mirar para el 19 de junio y seguir convocando cuando todo marca que ya ganó el 29 de mayo.

¿Qué alguien nos explique ese comportamiento atípico y resignado que no le transfiere a su electorado un espíritu de victoria sino de incredulidad y desesperanza ya  que en estos existe la percepción de que, obténganse los votos que se obtengan, otros serán quienes decidan la suerte y futuro de un pueblo que difícilmente logre sobreponerse a otra frustración y a otra derrota y desprenderse de esa sensación de sentirse payasos en el circo de la «democracia» colombiana

URIBEÑOS: ¿Paro armado con luz verde de FFMM?

Como si ocurre cuando quienes se manifiestan y protestan en las calles de Colombia son jóvenes estudiantes, no existen desde los grandes medios titulares, recriminaciones y estigmatización alguna a quienes desde un mal llamado paro armado prohíben la libre movilidad y actividad comercial y laboral de ciudadanos en varias ciudades del país.

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Fuerza pública o privada: el desdibujamiento de nuestras fuerzas militares

Una desprestigiada revista de la extrema derecha colombiana, cuya evidente falta de neutralidad y objetividad profesional la ha llevado abierta y desvergonzadamente a convertirse en instrumento de propaganda del establecimiento corrupto,  ha decidido, en expresión de su máximo nivel de degradación, prestar su tapa o portada para servir de caja de resonancia a quienes frente a la inminente pérdida de las elecciones presidenciales apuestan a la idea de infundir miedo a la población civil con un golpe militar cuyo único fin percibible sería salvaguardar privilegios y encubrir delitos graves de quienes han detentado el poder en las últimas dos décadas.

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Coup d’état: the Trump route proposed by Uribe for Colombia

Álvaro Uribe Vélez, former president of Colombia, is not a bad loser. It is simply past that he refuses to accept the present and future of a country that is fed up and already repudiates at the polls his way of acting and solving everything by force and with the use of violence, very much in the style of his infamous compatriot, Pablo Escobar Gaviria.

That is why, because of his voracity and impossibility of detachment from power, he dares today, on the verge of losing it at the polls, to openly propose ignorance of the results of the elections, that is, to promote a coup d’état that would mean something like setting the country on fire rather than leaving it in hands other than his own.

In front of the foregoing arises an inevitable question: does The administration Biden shares and you know something about the fracture institutional and democratic, and the coup d’état that, in the style of the ignorance of the results of the election in the united States did Donald Trump and today, as a formula, you are proposing to Colombia characters that in favor of the republican candidate dared to interfere in the presidential elections in american, as did Álvaro Uribe Vélez, and their co-religionists of the Democratic Center?

Beyond the personal friendship and affinity with political and ideological split between the uribista ambassador of Colombia in Washington, Juan Carlos Pinzón, and the legal advisor to the government Biden for the western hemisphere (Latin america) in the Council of National Security of the united States, the official of colombian origin, Juan Sebastian Gonzalez, the democratic administration should not be indifferent to what happens in Colombia and ignore him but speak out in defense of the freedoms and democracy.

At the U.S. Embassy in Bogota they must be perfectly aware and notified of what is happening in Colombia and what is intended to be done.

A government, highly questioned in the field of human rights and corruption, belonging to a political sector which has been in power since 2002 and controlled through their copartidarios and friends the Armed Forces and Police, the majorities in the Congress, the office of The Attorney General, The Attorney General of the Republic, the office of the Ombudsman, the Comptroller’s office, the National Electoral Council and to the National Registry of Civil Status, intended now, with the involvement and complicity of the mainstream media to re-ripped to shreds, no longer the peace process, but what is left of democracy in Colombia.

And is that even though it may seem implausible, the head of the Head of State in Colombia, from the utter loss of shame and of all forms of decency, dares to unveil already openly to their nature absolutely anti-democratic and tyrannical via the social network twitter by stating, in an invitation to the pathways of fact, that «you can not accept this result,» (the election) and inviting that «the authorities of the State» that are not as already said more than those coptadas by the fanaticism ideological his party proceed to the «to read… the inconsistencies of the vote counts» and to act.

From the same absurd logic and failed to invite the citizens to vote for the uribismo to save us of the current government uribista that the former president did elect under slogans such as «the who Says Uribe» and «Duke is the one that is» today is absurd that with all the power of the state under their control try to sell the idea of that could have happened to a fraud perpetrated by an opposition that had already been the victim of a fraud and interference against a drug trafficker in the elections of 2018.

In his deranged and delusional story, Uribe today intends to make us believe that his Registrar acted against all logic against those who elected him and put him in office, not precisely to provide guarantees of impartiality and transparency to the opposition. If «these elections leave all the distrust» it will not be due precisely to those who aspire just to be a government and are not yet.

If there are «E-14 full of blanks, amendments, (and) signatures that do not match» the explanation cannot be in those who do not make jury selection, but in those who unleashed a whole campaign of creeping stigmatization against those who historically acted as jurors, that is, against teachers, and then replace them with people related to the Democratic Center, which as has been evidenced in social networks, are not precisely characterized by their education, high levels of schooling and spelling. Interestingly, in times when teachers, apart from the role of jurors, acted, there were no problems and the «left» did not win.

But the height of effrontery of Uribe is cross out to millions of citizens in the great citizens as a part of the drug by not voting for their party and try to associate «the overwhelming vote of the Petrismo» with «drug trafficking», who believed him, under the government that benefited from the action of the drug trafficker «Ñeñe» Hernandez and they had the luxury to have untouchable ambassadors owners narcofincas in the vicinity of Bogota, to ship cocaine to the outside from the very El Dorado International Airport without the authorities to see or hear anything during the current government.

 

From this perspective, the United States cannot afford to remain silent in the face of this kind of ally that remembers and far surpasses former Panamanian President Manuel Antonio Noriega. Parliamentarians like Bernie Sanders and Alexandra Ocasio-Cortez should take note and warn President Biden that the United States cannot allow that in Colombia, de facto, a political party that contaminated all institutions and disfigures the ideas of democracy and freedom continues to governv.

 

 

Golpe de Estado: la vía Trump que propone Uribe para Colombia

Álvaro Uribe Vélez, expresidente de Colombia, no es un mal perdedor. Es simplemente pasado que se niega a aceptar el presente y futuro de un país que se hastió y repudia ya en las urnas su forma de actuar y resolver todo a la fuerza y con la utilización de la violencia, muy al estilo de su tristemente célebre coterráneo, Pablo Escobar Gaviria.

Por eso desde su voracidad e imposibilidad de desapego al poder se atreve hoy, ad portas de perderlo en las urnas, a proponer abiertamente el desconocimiento de los resultados de las elecciones, es decir, a promover un golpe de estado que significaría algo así como incendiar al país antes que dejarlo en manos distintas a las suyas.

Frente a lo anterior surge una inevitable pregunta: ¿La administración Biden comparte y sabe algo sobre la fractura institucional y democrática y el golpe de estado que, muy al estilo  del desconocimiento de los resultados electorales en Estados Unidos hizo Donald Trump y que hoy, como fórmula, están proponiendo para Colombia personajes que a favor del candidato republicano se atrevieron hasta a interferir en las pasadas  elecciones presidenciales norteamericanas como lo hicieron Álvaro Uribe Vélez y sus correligionarios del Centro Democrático?

Más allá de la amistad personal y de la afinidad política e ideológica entre el uribista embajador de Colombia en Washington, Juan Carlos Pinzón, y el asesor del gobierno Biden para el hemisferio occidental (Latinoamérica) en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, el funcionario de origen colombiano, Juan Sebastián González, la administración demócrata no debería ser indiferente a lo que ocurre en Colombia e ignorarlo sino pronunciarse en defensa de las libertades y la democracia.

En la embajada de Estados Unidos en Bogotá deben estar perfectamente al tanto y notificados de lo que en Colombia está pasando y de lo que se pretende hacer.

Un gobierno altamente cuestionado en materia de derechos humanos y de corrupción, perteneciente a un sector político que detenta el poder desde 2002 y controla a través de sus copartidarios y amigos las Fuerzas Armadas y de Policía, las mayorías en el Congreso, la Fiscalía General de La Nación, La Procuraduría General de la República, la Defensoría del Pueblo, la Contraloría, el Consejo Nacional Electoral y hasta la Registraduría Nacional del Estado Civil, pretende ahora, con el beneplácito y complicidad de los grandes medios de comunicación volver trizas, ya no el proceso de paz, sino lo que queda de democracia en Colombia.

Y es que aunque parezca inverosímil el jefe del Jefe de Estado en Colombia, desde la más absoluta pérdida de vergüenza y de toda forma de decencia, se atreve a develar ya abiertamente su naturaleza absolutamente  antidemocrática y su carácter tiránico a través de la red social twitter afirmando en una invitación a las vías de hecho, que «no se puede aceptar este resultado» (el electoral) e invitando a que «las autoridades del Estado» que no son como ya se dijo más que aquellas cooptadas por el fanatismo ideológico de su partido procedan a «leer… las inconsistencias de los conteos de votos» y a actuar.

Desde la misma lógica absurda y fracasada de invitar a la ciudadanía a votar por el uribismo para salvarnos del actual gobierno uribista que el expresidente hizo elegir bajo eslogans como «el que Diga Uribe» y «Duque es el que es», hoy es absurdo que con todo el poder del estado bajo su control se pretenda vender la idea de que pudo haber ocurrido un fraude perpetrado por una oposición que ya había sido víctima de un fraude y de una injerencia en contra de un narcotraficante en las elecciones de 2018.

En su relato desquiciado y delirante Uribe pretende hoy hacernos creer que su Registrador actuó contra toda lógica contra quienes lo eligieron y pusieron en su  cargo, no precisamente para brindar garantías de imparcialidad y transparencia a la oposición. Si «estas elecciones dejan toda la desconfianza» no se deberá precisamente a quienes aspiran apenas a ser gobierno y aún no lo son.

Si hay «E-14 llenos de tachones, enmendaduras, (y) firmas que no coinciden» la explicación no puede estar en quienes no hacen selección de los jurados, sino en quienes desataron toda una campaña de rastrera estigmatización contra quienes históricamente actuaban como jurados, es decir, contra los maestros, para luego reemplazarlos por personas afines al Centro Democrático, que como ha quedado evidenciado en redes sociales, no se caracterizan precísamente por su educación, altos niveles de escolaridad y ortografía. Curiosamente en épocas en que los maestros, apartados de la función de jurados, actuaban no había problemas y la «izquierda» no ganaba.

Pero el colmo del descaro de Uribe es tachar a millones de ciudadanos en las grandes ciudades como parte del narcotráfico por no votar por su partido e intentar asociar «la abrumadora votación del petrismo» con «narcotráfico», quien lo creyera, bajo el gobierno que se benefició de la acción del narcotraficante «Ñeñe» Hernández y que se dio el lujo hasta de tener intocables embajadores propietarios de narcofincas en las inmediaciones de Bogotá, para despachar cocaína hacia el exterior desde el mismísimo Aeropuerto Internacional El Dorado, sin que las autoridades vieran o se enteraran de nada durante el actual gobierno.

Desde toda esta perspectiva, Estados Unidos no puede darse el lujo, está vez, de guardar silencio frente a esta especie de aliado que recuerda y supera con creces al expresidente panameño Manuel Antonio Noriega. Parlamentarios como Bernie Sanders y Alexandra Ocasio Cortéz deberían tomar nota y advertirle al presidente Biden que Estados Unidos  no puede permitirse que en Colombia, de facto, siga gobernando un partido político que contaminó a todas las instituciones y desfigura las idea de democraci

Entre aspirar y ambicionar ser elegido y el «todo se vale»

En medio de la más profunda desesperanza y escepticismo, originados en décadas de malos gobiernos, Colombia necesita urgentemente que se construya participativa y democráticamente una opción diametralmente diferente en sus prácticas a la política tradicional, todo ello en la perspectiva superior de devolverle a los ciudadanos de a pie la fe y la convicción en que otro tipo de política y de país si son posibles y alcanzables.

En la concreción de tan elevado propósito se requiere, por obvias razones, enormes cuotas de sacrificio, sensatez y sobre todo grandeza. Siendo el elegir y ser elegido un derecho, toda aspiración de los individuos es legítima pero no debe confundirse, desde ningún punto de vista, el aspirar con el ambicionar poder. En lo primero coexisten, muchas veces equilibradamente, el interés colectivo y el individual, mientras que en lo segundo prevalecen y se anteponen los intereses personales sobre el bienestar general.

Para los que ya hemos sido partícipes y testigos privilegiados de otros procesos políticos causa desazón y frustración que las experiencias vividas no se sistematicen y que antes de evidenciarse que ha existido un proceso de aprendizaje desde los errores cometidos, se vuelva a incurrir en el mismo tipo de prácticas que solo conducen a estruendosos fracasos y a alimentar la incredulidad entre quienes en algún momento se atreven a creer, a soñar y a actuar y terminan sintiéndose usados y desechados.

No puede menos que generar incertidumbre y frustración que en un momento histórico excepcional otra vez se coloque en riesgo la posibilidad de ser gobierno (que no es sinónimo ni debe confundirse con ser poder) porque exista aún entre los sectores «alternativos» hombres y mujeres que ven en la política y en los cargos públicos de elección popular no una oportunidad de servir a un proyecto de nación y al conjunto de la sociedad, sino que -quien lo creyera-, se mueven en la lógica traqueta del «corone», visualizando en la actividad política una forma expedita de acceder a mayores ingresos y mejores posibilidades de vida en lo individual.

En función de tales ambiciones, que afloran para épocas electorales es que resulta común, muy a lo Maquiavelo, que en pos de la consecución del fin por cualquier medio, el «todo se vale» de lugar al codazo, a la zancadilla, al chisme, al indisponer y a la constitución de «congas», roscas o grupúsculos desde los que se pierden de vista quiénes son los verdaderos y únicos rivales a derrotar, así como también aquella, máxima de que el objetivo fundamental de la política  es sumar y multiplicar y nunca restar ni dividir como usualmente termina aconteciendo.

Para estas épocas, cada quien debería en un ejercicio consciente visualizar sus posibilidades reales de ser elegido sin perder de vista o ignorar sus limitaciones. En otras palabras debería evidenciarse que se actúa más desde la razón y la madurez que desde las emociones, deseos y sueños.

Hoy muchos desean, en una especie de surf y aprovechándose de la fuerza motriz que genera la cresta de la ola de popularidad de un indiscutido y excepcional fenómeno político, acceder al congreso, incluso sin méritos académicos y reconocimiento o trabajo social alguno, en lo que perfectamente podría caracterizarse como oportunismo.

Es lamentablemente más común hoy escuchar el «yo aspiro» en lugar del «yo pienso», del «yo propongo» o del “yo estoy dispuesto a aportar…”, al punto que la forma de hacer política termina revistiéndose de lo que precisamente más cuestionan y repudian los ciudadanos de la política.

No es posible ni deseable que de esta forma lo «alternativo» termine siendo solo un adjetivo vacío sin la capacidad real de seducir y movilizar a los ciudadanos indecisos y abstencionistas que constituyen más del 50% de la población habilitada para votar y que son la única opción real de disputarle, por fuera de los amarres clientelistas, espacios en el congreso a los políticos tradicionales.

Desde luego que mucho de lo que ocurre en la periferia, ajena al centro, no se soluciona desde el autoritarismo centralista, desde las verdades incontrovertibles del dogma que castiga a quienes con criticidad cuestionan la exclusión y mucho menos desde prácticas dedocráticas que imponen nombres sin aportar razones detrás de las decisiones que se adoptan.

Mientras no se entienda que lo de las ciudadanías libres es un punto de llegada y no de partida se seguirá desestimando la organización y la democracia directa como mecanismo de resolución de diferencias y hasta de confección de listas a corporaciones públicas bajo criterios como el de la meritocracia, eso sí, no medida esta última desde los parámetros del número de seguidores que se tenga en redes sociales sino desde la capacidad de pensar, de estructurar y defender ideas que es lo que se va a hacer en el congreso.

Idealmente, resultaría muy procedente abrir escenarios públicos donde cada uno de los que aspira a representarnos fuera evaluado en lo que respecta a su capacidad de identificar y caracterizar los, a su juicio, más graves problemas de la región y del país, así como las propuestas concretas y realizables de resolución de los mismos desde el escenario del congreso.

También resultaría fundamental evaluar la capacidad de escucha de los candidatos a los ciudadanos del común en función de estructurar sus propuestas democráticamente y atendiendo al constituyente primario. No obstante, desde sus encumbradas cúspides y aún sin refrendar en las urnas su triunfo, muchos de los aspirantes no entienden aún la importancia de la comunicación bidireccional, al extremo de que muchos cierran por ejemplo en redes como twitter la opción de mensajería directa o solo responden en función del número de seguidores de quien les escribe.

Sin lugar a dudas permitir ser evaluados ayudaría a decantar las turbias aguas de las ambiciones de más de un candidato, alimentadas desde las sombras por aquellos a quienes más importante que la renovación del congreso y el ganar la presidencia les parecen sus calculadas ambiciones de autoproclamarse a futuro como indiscutidos candidatos a alcaldías o gobernaciones.

A estos últimos perfectamente les caería como anillo al dedo el refrán de las abuelas que señala sabiamente que antes de comprar la silla hay que comprar el caballo.

Barranquilla, zona franca delincuencial: Miedo e inseguridad como movilizador electoral

La exacerbación de los atracos, la extorsión y los asesinatos y el copamiento de los territorios por la delincuencia organizada en varias de las principales ciudades del país no es un hecho fortuito sino planificado. Barranquilla, por ejemplo, es en estos momentos un caso emblemático de una ciudad que se “salió de las manos” a las autoridades o bien podría interpretarse lo que ocurre como una experiencia piloto de la Colombia funcional al uribismo. Desarrollemos la idea.

Desmovilizadas las FARC y con un ELN planteando una tregua unilateral para las elecciones de 2022, el «coco» con el que el establecimiento de extrema derecha infundía miedo en la ciudadanía, dentro del propósito de movilizar a votantes temerosos e indignados a las urnas necesita ser reemplazado. Los maquiavelos modernos necesitan entonces y urgentemente un nuevo instrumento que les permita venderse como solución a lo que ellos mismos generan de caras a las elecciones del año entrante.

Si el enemigo no existe hay que crearlo confesó Juan Manuel Santos que alguna vez le dijo otro expresidente cuando el primero de los mencionados apenas fungía como su Ministro de Defensa y Santos le inquiría sobre las razones de su extraño y permanente comportamiento pendenciero.

Si antes les resultaba posible, a partir de la utilización de los medios o miedos de comunicación, generar terror y odio en las grandes ciudades a partir de hechos de violencia que ocurrían en las zonas apartadas de la geografía nacional, a alguna mente criminal y perversa se le ocurrió que el mismo efecto podía lograrse permitiendo otro tipo de violencia precisamente donde se concentra el mayor número de electores, esto es, en las grandes ciudades.

No es entonces que los delincuentes estén desaforados como nunca. Una hipótesis que cada vez cobra más fuerza, es que las propias autoridades por órdenes que se les imparte, en este momento están dejando actuar a los delincuentes a sus anchas. Están generando la percepción de caos e inseguridad en la ciudadanía para luego ofrecérseles como garantes del orden y de una nueva seguridad democrática que «pacifique» los grandes centros urbanos.

En su estructurado y malévolo propósito contarían con alcaldes obedientes y afines política e ideológicamente en cuyas ciudades ya han empezado a proponer como «solución» un porte de armas generalizado que vuelve a las personas afines ideológica y políticamente a quienes desde hace años promueven que todo se resuelve a bala y matándonos los unos a los otros.

Venden así la idea de que, como en el viejo oeste norteamericano, debe sobrevivir el más fuerte o el más veloz o con peores instintos para sacar su arma y asesinar sin compasión. Eso sí, a la par no reconocen la ineficiencia y el fracaso de las instituciones del estado para proteger a los ciudadanos y la posibilidad de liquidarlas si cada uno, arma en mano, va a ser garante de sus propios bienes y vida.

Solo desde la construcción artificial de este contexto de generación de zozobra y terror urbano es que pueden entenderse los audios interceptados recientemente a un delincuente como Tommy Yoel Zerpa Brito, alias Tommy Masacre, en donde se escucha que para el accionar delincuencial impune, desde el que ponen en jaque a la cuarta ciudad en importancia en el país, cuentan ahora con la ayuda de un «culo e patrocinio bien hijueputa» con mucho poder y cuyo nombre no se menciona.

De esta forma, en el otrora remanso de paz y mejor «vividero» del mundo, controlado por el clan Char, afín y aliado del uribismo, la extorsión, los extorsionistas y asesinos de bandas criminales emergentes cuentan con luz verde para actuar a sus anchas y «curiosamente» su centro de operaciones no afecta en vidas a los habitantes del pomposo norte. Extorsionan por ejemplo a los empresarios de buses pero, como si existiese una orden, las balas y su accionar criminal no lo dirigen ni a los buses ni a sus propietarios sino hacia los humildes y reemplazables conductores que les sirven.

Mientras en los barrios populares de Barranquilla y en su área metropolitana hasta los vendedores de apuestas permanentes y los mototaxistas pagan impuestos al paraestado para poder trabajar y no ser asesinados por desobedecer y no cumplir con los paragravámenes, los nuevos empoderados tienen ya hasta la desfachatez de salir en videos, fuertemente armados, amenazando a diestra y siniestra sin que nadie haga nada para de verdad detenerlos o mostrando como decapitan y botan las cabezas de sus  rivales o ingresan a viviendas a generar un nuevo tipo de desplazamiento bajo intimidación: el urbano.

Hoy Barranquilla se muestra imparable pero en inseguridad. La delincuencia crece proporcionalmente a la par del número de kilómetros del Malecón. Motociclistas armados circulan por una ciudad pequeña atracando y ahí si no hay ni el despliegue de fuerza, ni helicóptero, ni drones, ni inteligencia, ni allanamientos que funcionen como hace apenas unos meses si lo hacían contra los jóvenes que protestaban legítimamente en las calles.

Si el experimento les funciona y coronan otra vez sus propósitos de control político y perpetuación o toma del poder, los “patrocinadores” irán por los perturbadores de la seguridad y la convivencia. Los conocen, los usan coyunturalmente y no dejarán cabos sueltos. Entonces se mostrarán como quienes con mano fuerte reimplantaron la seguridad.

Esperemos que esta vez la gente no se deje engañar por estos manipuladores sociales que convierten ciudades enteras en laboratorios del terror y a sus habitantes en ratoncillos manipulables desde el vaciamiento de la razón y su sustitución por emociones.

Poncho Zuleta: sobredimensionando a un oportunista

Antes de cualquier consideración a priori en la que se nos estigmatice de ser sectarios o de no entender que en política lo importante es sumar y multiplicar y no restar ni dividir, debemos dejar sentado que no nos oponemos a que todo el que quiera sumar electoralmente en el propósito de cambiar al país llegue, eso sí y como se acostumbra en los colegios, con una especie de matrícula condicional y sin otorgarles, antes que a los que lo han sufrido y se lo han ganado, tiquete de primera clase.

El anuncio en tarima de Poncho Zuleta, quién sabe bajo los efectos de cuanta cantidad de alcohol, no debería ser asumido como si Dios mismo hubiese concedido la bendición definitiva a Gustavo Petro para ser presidente de Colombia o como si un cantante vallenato gozara per se del poder para ser considerado un referente y un movilizador de los electores en el país.

No es entonces el anuncio de un demostrado beodo y misógino, que envalentonado y protegido por el uribismo lanzaba abiertamente y bajo el sonido de ráfagas de fusiles vivas al paramilitarismo asesino de muchísima gente valiosa en este país, el que debería llevar a los miembros de la Colombia Humana, bajo una especie de sensación de éxtasis desbordado, a perder la cabeza y a una euforia inusitada.

Poncho Zuleta y su «respaldo» a Petro deben ser tomados en sus exactas dimensiones y no como la declaración del máximo exponente de «la cultura de verdad», porque no lo es. Lo que si demuestra su saludo es que Zuleta si es uno de los grandes exponentes de varios de los grandes y graves males que afectan y de manera seria al país: oportunismo, arribismo, esnobismo o, como lo llaman en Barranquilla, espantajopismo.

Lo de Zuleta no es dialéctico ni creemos remotamente que corresponda a una posición filosófica o ideológica y mucho menos política. Su repentino deseo de congraciarse no corresponde a una admiración genuina sino al miedo que experimentan todos aquellos a los que desde la cultura traqueta se les ha acostumbrado a pensar que la mejor manera de garantizar impunidad y privilegios es la adulación a quienes ellos visualizan como capos o personas con posiciones de poder.

No es aconsejable entonces hacer redoblar campanas frente a quien con la misma velocidad que envía un saludo es capaz, bajo la presión mafiosa, de retractarse públicamente y hacer aparecer a más de uno, de los que lamentablemente aún se guían más por la emoción que por la razón, como analfabetos funcionales y emocionales. La declaración de Zuleta en tarima debe ser asumida por tanto con escepticismo y con muchísimo beneficio de inventario.

Por lo pronto Poncho gana más que cualquier otro. Ha logrado la publicidad gratuita que hacía mucho tiempo no obtenía y de paso despojarse momentáneamente de su bien ganada reputación de villano. Hasta el propio Gustavo Petro, que rarísima vez se toma unos segundos para contestar por twitter un saludo o una reflexión de alguno de sus anónimos seguidores le comparte ya le respondió su saludo.

Ojalá toda esa inmerecida atención a Zuleta, parodiando la canción “Los Maestros” de Hernando Marín, que interpreta el hoy cuestionado personaje, se le concediera por ejemplo a aquellos a los que permanente y reiteradamente les llueven flores, o más bien mierda, en términos de García Márquez, proveniente de las gallinas que por siglos han defecado, perdón, gobernado el país.