Otra Masacre: carnicería y sadismo policial en Bogotá

Después de las protestas convocadas en Bogotá por la muerte del abogado Javier Humberto Ordoñez Bermúdez la respuesta de la policía de la capital, bajo el mando constitucional de la alcaldesa Claudia López, volvió a ser igual de brutal y desproporcionada. Inició, entre muchos otros episodios, con las hordas policiales golpeando con sevicia a un joven del barrio Villa Luz, en un episodio que lo único que demuestra y que lo que hace es ratificar, que no son casos aislados los comportamientos abusivos y violatorios de los derechos humanos de los policías, como inicialmente quisieron mostrarlos.

 

Luego los niveles de agresividad escalaron en la desproporcionada respuesta policial y empezó en todo su esplendor y mostrando en sí la concepción que orienta al organismo policial, una auténtica carnicería, ejercida con alto grado de sadismo contra la población civil y en la que hubo disparos indiscriminados y por lo menos cinco (5) muertes.

 

Policías accionando armas de fuego o suministrándoselas a personal de civil para que disparen a los cuerpos de los manifestantes, con intencionalidad de matar, reiteraron -insistimos en ello- que no hay nada de aislado en el proceder policial que terminó con la vida del abogado Ordoñez, y que el día de los derechos humanos en el gobierno de Duque se celebró, al mejor estilo uribista, con balas y sacrificios de vidas.

 

Si lo acontecido en Estados Unidos el 5 de marzo de 1770 cuando tropas inglesas asesinaron en las calles de Boston a cinco (5) colonos norteamericanos es llamado hasta nuestros días Masacre, lo acontecido en Bogotá cuando varios civiles desarmados recibieron disparos por parte de efectivos policiales y parapoliciales no puede ser llamado de otra forma y tiene precisos responsables: Quienes dieron las órdenes para este tipo de respuestas salvajes y quienes no movieron un dedo para detenerlas: El presidente Iván Duque y la Alcaldesa Claudia López.

 

Quienes contaron con mejor suerte, y no perdieron sus vidas a manos de quienes debían protegérselas, fueron amenazados y golpeados con brutalidad como lo evidencian imágenes de video captadas con celular y que dan cuenta de un cuerpo policial desaforado y promotor del desorden y del caos y no del orden y la paz consagrados en la constitución de 1991 como deber y como derecho ciudadano. Con ello la policía además deja en evidencia que no existe al interior de la institución una diferenciación, y antes si una confusión, entre lo que significa inspirar respeto y generar miedo y terror.

Las agresiones de la policía con el propósito de sembrar miedo entre la población continuaron en sus diferentes expresiones durante toda la noche como puede apreciarse en este video que muestra la cobarde y brutal agresión que sufrió un joven que fue perseguido, y no precisamente con propósitos de judicialización (si hubiese cometido un delito o contravención) sino con el único propósito de golpearlo, pues en Colombia basta con ser joven para constituirse en objetivo de guerra y de perseguimiento